Un joven esposo vive feliz con su esposa y sus hijos hasta que una joven amiga de su mujer le ofrece un millón de dólares a cambio de que se haga pasar por su esposo durante unos días hasta que pueda cobrar una suntuosa herencia.
Dirigida por: David Swift - Protagonistas: Jack Lemmon, Romy Schneider, Mike Connors, Dorothy Provine y Edward G. Robinson.
Durante los
años '70 y principio de los ´80s el
paradigma de la TV
abierta pasaba por repetir y repetir, durante los meses de verano, películas enlatadas que habían pasado mas de
30 años desde su estreno. Entiendo, estimado lector, que en la actualidad los
canales de TV paga tienen una práctica similar, pero la diferencia está en que hay
muchas opciones en la grilla para elegir, cosa que antaño (previo a la
masificación del VHS) nos obligaba a navegar entre los dos o tres canales de
aire que transmitían casi un mismo contenido. De los géneros que abundaban en
esas transmisiones, prevalecían los film sobre westerns, bucaneros y bélicas,
pero mechadas entre los mas populares estaban las comedias. Casi siempre las
comedias eran películas livianas y para toda la familia, Films físicos con
actores como Bob Hope o Jerry Lewis o muy
superficiales comedias románticas con Rock Hudson y Doris Day. De este último
grupo hay realmente pocas que pasen la media o que aún después de 50 años sean
potables en ritmo y temática para el espectador actual. De esa pocas uno de los
Films que mantiene su encanto y ritmo es “Sam…” Aún vista al día de hoy es una
película sumamente inteligente que fue copiada y plagiada a destajo por docenas
de Films hasta el día de hoy. El secreto de su persistencia es el libro en sí,
porque su base es una muy buena novela de Jack Finney, un escritor siempre
asociado a la fantasía, el terror y la ciencia ficción mas conocido por la
excelente, perturbadora y reciclable “Body Snatchers”. En este caso Jack Lemmon
personifica a un padre que se encuentra casado con una atractiva y cariñosa
mujer a la que se le suma un par de hijos adorables, todos habitan felizmente
en un hermoso barrio residencial. Diariamente su vida transcurre tranquilamente
entre atender a su prole, practicar su extraño hobby, construye con chatarra
unos artefactos al estilo Rube Goldberg, y asistir a su trabajo en el cual se
siente algo postergado y no se encuentra totalmente satisfecho. Alejando el
punto de vista se hace elocuente que el director plantea una postal clásica del
“American way of life” que se vivía a mediado de los 60 en EEUU. Este universo relativamente
armonioso se ve perturbado con la llagada de un agente externo, aquí el disparador se presenta en la forma de la
bellísima Romy Schneider, quien es una amiga de la infancia de la esposa de
Jack Lemmon. La joven le ofrece a la pareja una propuesta que no pueden
rechazar, la misma consiste en que Jack se haga pasar por unos días como el
marido de Romy y de esa manera ella pueda cobrar una herencia multimillonaria y
retribuir generosamente con parte de ese dinero al matrimonio. Repartidas las
cartas el resto del film es puro screwall comedy, las cosas se complican y se vuelven
a complicar cuando se usa todos los recursos para mantener la farsa mientras se
mas personajes se suman al enredo. Pero dejando de lado la puesta en escena dinámica,
progresiva y sin baches es también la insinuación de ideas lo que mantiene al
relato sabroso casi 50 años después. Es que la novela de Jack Finney trabaja en
tono de comedia a las debilidades humanas que existen en esa casi perfecta
sociedad, porque detrás de esa gracia simplona casi para todo público hay
serias insinuaciones a otros temas. En el primer caso es muy visible como la
recompensa que ofrece el personaje de Schneider sirve para traspasar las fuertes
barreras morales de la época, como así también son sumamente visibles las insinuaciones
sexuales que se ofrecen a flor de piel. Es palpable la atracción física que el
pobre de Jack Lemmon sufre con la amiga de su esposa, también son obvias las insinuaciones
sexuales sobre intercambio, cuando el personaje de Mike Connors se hace
presente, o un cierto aire a partuza cuando la pareja sale a cenar con
su amiga. Por supuesto que todo esto es un aire muy liviano y se hace claro que
mas allá de la crítica sagaz la intención es mostrar una sociedad que despertaba del letargo y la
uniformidad de los ’50 y se acercaba lentamente a la rebeldía de los ’70. También podemos alguna otra cosa destacable, como que en ninguna de las casa se observa
algún aparato de televisión, en clara muestra de la guerra de los estudios
contra la TV en
una era en que las aguas corrían por separado. Pero lo mas importante cuando uno
vea este film es que quitando la crítica social, lo inteligente de su historia
y lo dinámico de su puesta en escena, es que seguro uno se va a encontrar
sonriendo en mas de una ocasión casi 50 años después de estrenada en cine, como
pensaríamos muchos, casi, casi un clásico.
Mi puntuación: 08/10
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